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Artesanía de la excelencia: Takumis

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Artesanía de la excelencia: elogio a la madurez y a la experiencia

¿Por qué artesanía de la excelencia?. La edad, el paso de los años, la madurez de la experiencia bien cultivada, la dedicación, la paciencia, la mejora constante como actitud y el aprendizaje a largo plazo parece que están de capa caída en un mundo complejo como el nuestro dónde, de forma generalizada, asociamos velocidad con calidad y, la inmediatez y lo extraordinario tiene cada vez más presencia.

No escribo estas líneas menospreciando la idea de mejora asociada a la eficacia, la eficiencia y la efectividad a la hora de hacer alguna cosa. Como principio pienso que no tiene sentido dedicar mucho tiempo a cosas que se pueden hacer en menos. Es a la velocidad por la velocidad como idea generalizada, y a la falta de la paciencia necesaria para entender los procesos. 

La idea de hacerse mayor para, una vez adquirido el máximo nivel de experiencia profesional al que uno puede aspirar y, en ese momento, cuando más se puede aportar a una profesión o a un sector, tener que guardarla en una caja, parece que no cabe en el mundo de los takumis. Están tan valorados que se les trata como verdaderos maestros en un acto de respeto hacia la figura que representan, no solo por la edad, que ya es un motivo suficiente, sino por el conocimiento adquirido y el nivel de sus capacidades.

Todo esto, sin perder de vista el contexto. Un takumi se hace maestro en una sociedad, la japonesa, donde se dan los factores culturales y sociales que permiten que así sea. Es bueno hacer el esfuerzo de tratar de comprender esa figura en un entorno.

Takumis: acariciando la perfección

La primera vez que oí hablar de los takumi fue, como a mucha gente le ha pasado, en el documetal “Takumi, una historia de 60.000 horas”. Cuando sientes pasión por la artesanía, como es mi caso, te gusta la cultura japonesa y ves un reportaje de este tipo, hay algo que cambia para siempre.

Un takumi es un artesano japonés que dedica toda su vida a ser un maestro en su actividad. Viven la artesanía desde el respeto, a la que le dedican una cantidad de horas difíciles de imaginar y con una actitud que marca la diferencia, orientada a la mejora constante.

En occidente esta figura cogió visibilidad asociada a una marca de automóviles que cuenta con un grupo de takumis como figuras imprescindibles y muy valoradas en el proceso de fabricación. Además de este sector, los takumis son maestros artesanos ceramistas, fabricantes de cuchillos y catanas, artesanos de la talla de madera, artesanos del papel …

En relación a la artesanía de la excelencia algo que me resulta muy interesante es cómo desarrollan las habilidades, y cómo, después de repetirlas conscientemente durante mucho tiempo, pasan a integrarse hasta formar parte de las habilidades inconscientes, es decir, ese grupo de habilidades utilizan sin tener que pensar el ellas. Estos maestros son un vivo ejemplo que muestra esas habilidades en su máxima expresión.

Cada oficio obliga a desarrollar diferentes grupos de habilidades. Además, la tradición de este tiene una relación directa con uno o más lugares. Así pues, el oficio que desarrolla el artesano, el propio artesano, y el lugar tienen una relación estrecha.

Repetición si, pero bien hecha

Malcolm Gladwell afirmaba que si practicabas una habilidad durante 10.000horas te convertías en un experto. Parece ser que, con el tiempo, se ha visto que esta regla, como pasa con muchas reglas, no se puede aplicar a todas las actividades, ni a todas las personas que pertenecen a la actividad donde sí se puede aplicar. Es posible que el contexto en el que se desarrolla la actividad también tenga algo que ver.

Esta afirmación invita a pensar que el “cómo” se repite la actividad puede ser uno de los factores que condicionan el resultado a la hora de desarrollarla. Por lo tanto, el “cómo se realiza” es una distinción importante. Esto lo hemos comprobado desde hace casi cinco décadas con la NLP, cuyo eje central es el modelado, en el estudio de cómo hace lo que hace una persona que tiene un resultado por encima de la media en una actividad.

Si vemos a esos maestros como lo que son y pensamos en las 60.000 horas de las que hablan, podríamos llegar a pensar que la repetición, en sí misma, es un elemento importante pero, todos sabemos que la repetición por sí sola no mejora la calidad de la experiencia y no necesariamente incrementa la performance.

¿Cómo puedo hacerlo major que la vez anterior?

Tengo la sensación de que cada vez que un takumi tiene que hacer una cosa que ya ha hecho anteriormente, o que sea parecida, la hace desde la búsqueda de una respuesta a la pregunta ¿Cómo puedo hacerlo mejor que la vez anterior? Y una vez identifica qué puede mejorar y cómo hacerlo, se entrega totalmente a esa tarea. Desde esa posición la repetición se transforma en una mejora constante.

Dentro de esta repetición parece que la conciencia podría ser otro elemento distintivo. Por un lado un tipo de conciencia que permite, al maestro, planificar la tarea que va a realizar. Ese mismo tipo de conciencia es la que le va a facilitar evaluar el resultado que ha tenido, sacar conclusiones, identificar elementos de mejora para la próxima vez y determinar cómo llevarlos a la práctica. Por otro lado, otro tipo de conciencia que le permite darse cuenta de cómo está haciendo lo que hace, pero que lo hace sin impedir la ejecución natural, fruto de la acumulación de experiencias repetidas una y otra vez, hasta que pasan a ser competencias inconscientes.

Artesanía de la excelencia: transmisión de maestro a discípulo

Sin mantener posiciones rígidas, me gustaría resaltar algo que se da en el camino de la preparación de un Takumi y es cómo se da el aprendizaje. La transmisión de conocimiento, al igual que se da en muchas tradiciones antiguas, como en el zen, se transfiere de maestro a alumno en un proceso que únicamente se puede dar en presencia de los dos. Los aprendizajes son guiados con delicadeza, en transacciones de conocimiento que solo se dan pasando tiempo juntos. La máxima del maestro es que el alumno le supere y la del alumno superarse a sí mismo. El maestro conoce los puntos fuertes del alumno y los potencia. También conoce los puntos débiles y ayuda al alumno a superarlos y transformarlos en recursos. Así, maestro y discípulo se alimentan mutuamente. Así, la experiencia y la madurez son valoradas.

Algunas reflexiones finales

La reflexión acerca de los maestros artesanos japoneses me ha llevado a reconectar con un valor que siempre he tenido presente: el respeto a las personas mayores, no solo por la edad y por las experiencias acumuladas, también como fuente de conocimiento que bien aprovechado beneficiaría a los más jóvenes acelerando el aprendizaje y a los más mayores dando la oportunidad de compartir.

La posibilidad de poder aprender de otros que hacen las cosas mejor que nosotros es un privilegio. Hay instrumentos, como la NLP, que nos ayudan a hacerlo de manera más efectiva.

El paso del tiempo por sí mismo, aunque es un valor, no garantiza que haya experiencia de mejora acumulada. Además del tiempo y la repetición, hacer el esfuerzo de mejorar un poco cada vez que repetimos requiere aprender a aprender acerca de cómo hacerlo.

Espero que la figura de los maestros artesanos, orientales y occidentales, no solo no se pierda sino que se recupere y que podamos seguir aprendiendo de ellos.