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Pequeños pasos en la aventura de cambiar

Tomo conciencia de lo sorprendido que me encuentro observando la naturaleza. Cuántas cosas podemos aprender de ella si la observamos con paciencia, y que útiles pueden ser estos aprendizajes en los procesos de cambio que vivimos en la vida cotidiana. Son muchas las personas que se han dedicado a observar el cambio como fenómeno en la naturaleza, y de ellas podemos aprender muchas cosas. Si nos tomamos el tiempo necesario, veremos que todo cambia, que todo está en constante movimiento, que nada es permanente. Este hecho, en principio, nos tendría que tranquilizar cuando tenemos que gestionar un cambio personal, a pesar de que, en realidad, no es así. Los expertos dicen que, en la naturaleza, cualquier sistema con vida opone resistencia al cambio de su propio equilibrio. Esto es debido a un principio que el fisiólogo Claude Bernard denominó homeostasis. Es natural, por tanto, sentir esa resistencia cuando tenemos que emprender un cambio en nuestra vida como puede ser reorientar nuestra carrera, trabajar en un proyecto nuevo, adaptarnos a nuevas circunstancias o formar parte de un nuevo grupo de trabajo, entre otros.

Hay tantas formas de abordar los cambios como personas.

Algunas de estas estrategias son más funcionales que otras. Una manera sencilla, que nos permite romper ligeramente esa resistencia, es centrarnos en los pequeños pasos, focalizándonos en el primero y más sencillo. ¿Y cómo lo hacemos? Si el objetivo que queremos conseguir es muy general lo que hacemos es dividirlo en mini-objetivos. Una vez realizado, nos centraremos en el primero y más concreto que hemos identificado.

Esto es especialmente válido en una tipología de cambio, los que se dan de forma progresiva, es decir, que se van produciendo paso a paso. empiezan por un pequeño cambio; posteriormente,  introduciendo otro; a continuación, otro, y así sucesiva y progresivamente hasta que la unión de los cambios nos lleva hacia el resultado que deseamos conseguir.

No subestimar los pequeños pasos.

Como comentaba en otra entrada, en un mundo donde lo estimulante, lo extraordinario y lo inmediato resultan tan atractivos; lo ordinario, donde se dan las pequeñas transformaciones, parece no tener mucha importancia. Sin embargo, es ahí, en lo cotidiano, donde muchos pequeños, y no tan pequeños, gestos van cociendo a fuego lento cambios significativos. En el día a día se van gestando, hasta que, como si de una tendencia natural de los acontecimientos se tratara, florecen.

Dejadme hacer un inciso con una pequeña similitud de la metáfora del tim-tab, un pequeño timón que permite el giro de un más grande que, a su vez, marca el rumbo de toda la nave. Un pequeño paso puede llegar a ser el precedente de uno de gran cambio.

Aunque, este objetivo, sea pequeño es recomendable que apliquemos unos principios que nos pueden ayudar a llevarlo a cabo con más facilidad, si cogemos el hábito. En cada tramo nos puede ser útil recordar las razones por las que seguir es importante para nosotros. ¿Qué resultados conseguiremos? ¿Qué sentiremos? ¿Cómo nos veremos una vez conseguido el objetivo? Por otro banda, ser conscientes del punto de partida es un aspecto que hay que tener en cuenta, es decir, ¿con qué recursos cuento? ¿qué habilidades, conocimientos,… dispongo en estos momentos?

Otro aspecto importante es clarificar si el punto de partida es una situación que quiero resolver (problema) o un resultado que quiero conseguir (meta). Dedicar tiempo a conocer, de la forma más descriptiva posible, la situación que quiero resolver es imprescindible. Muchas veces nos ponemos en marcha sin dedicar el tiempo suficiente en este paso y las soluciones que emprendemos no encajan con la lógica de la situación que persiste. En este punto es importante invertir el tiempo que sea necesario.

Pequeños pasos en la aventura de cambiar. Pequeñas recompensas.

Hace falta establecer un sistema de pequeñas recompensas por cada pequeño éxito conquistado por el camino; una recompensa que nos puede ayudar a tener energía necesaria para seguir adelante. Es interesante, llegados aquí, valorar si hemos puesto en marcha, anteriormente, algún intento de solución y analizar los resultados obtenidos. Muchas veces aquello que mantiene la dificultad de avanzar son los intentos de solución que hemos puesto en práctica y que, para ser funcionales en el pasado, seguimos activando en el presente, aunque sean con un resultado disfuncional.